Resumen:
Una serie de asesinatos en la ciudad de Nueva York tiene desconcertados tanto a la policía como al FBI, y sospechan que el responsable es un asesino que envía un mensaje indescifrable. Pero cuando dos agentes federales asignados a la investigación son asesinados, el FBI toma un interés más personal en el caso.
El agente especial Ty Grady es retirado de un trabajo encubierto después de que el caso se saliera de control. Es fanfarrón, mordaz, e indiscutiblemente el mejor en lo que hace. Pero cuando es emparejado con el agente especial Zane Garrett, es un caso de odio a primera vista. Garrett es la imagen perfecta de un agente: serio, sobrio, y centrado, lo que hace de su asociación un clásico cliché: polos opuestos, poli bueno-poli malo, una extraña pareja. Pero los dos saben inmediatamente que su asociación provocará más problemas que la falta de pruebas dejadas por el asesino.
Prácticamente antes de que su encargo especial empiece, el asesino ataca de nuevo, esta vez a ellos. Huyendo, intentando rastrear a un hombre que se ha volcado en acabar con sus perseguidores, Grady y Garrett tendrán que averiguar cómo trabajar juntos antes de convertirse en dos muescas más en el cuchillo del asesino.
Reseña:
Cortar y correr combina suspense, acción y romance. La acción sirve de telón de fondo para que los agentes Grady y Garret vayan desarrollando una relación bastante atípica, y eso es lo que más nos gusta, que no sean predecibles, que hagan que la tensión nos mantenga en vilo, sin saber si van a pelear o a besarse. Todo ello sin caer en discursos redentores para héroes caídos en desgracia. Se trata el tema de las adicciones de forma realista y natural, sin tapujos y sin moralizar. Podemos observar a dos personajes que luchan contra sus miedos y limitaciones, acercándose al borde de la locura peligrosamente. Y resurgiendo con esfuerzo, sin pretensiones de grandeza, cosa que se agradece y los humaniza, acercándolos al lector. Se puede empatizar con ellos, entender sus motivos y su evolución, dotando así de congruencia a la narración. Su relación empieza fatal, ambos se esconden bajo máscaras con las que intentan marcar las distancias. Con el paso del tiempo y los peligrosos sucesos que les acontecen, se van conociendo, y lo hacen viendo cómo actúa el otro, sin demasiada palabrería. La química va creciendo cada vez más, y después de pasar la barrera de lo profesional, llega la complicidad, que logra dar a su relación una extraña solidez.
Otro punto poco convencional, es que a pesar de ser “tipos duros” que rehúyen hablar de sentimientos, hay momentos íntimos en los que la protagonista es la ternura en lugar de la pasión. No hay nada de empalagoso o cursi en ellos, nada artificioso o forzado, solo el erotismo de la confianza, donde se ve la vulnerabilidad de la cercanía y al mismo tiempo la valentía que exige entregarse a otro.
Resulta irónico que ambos estén dispuestos a dar su vida para proteger al otro sin dudar, pero luego sigan poniendo entre ellos barreras que les abocan a alejarse, aunque siempre acaben volviendo, sin saber bien qué hacer.
El único pero que le ponemos a la novela es la parte final del caso de asesinatos, que se merecía un desarrollo más profundo, comienza de una manera impactante pero acaba decayendo. Quizás sea bastante realista el desenlace, pero después de tanta tensión y sufrimiento por parte de los protagonistas, en la ficción se espera algo más elaborado. Otro punto que nos encanta es el sentido del humor de los personajes, que rezuma ironía, mordacidad y humor negro. Que haya hueco para algo divertido en medio de tanta sangre es un plus. La novela tiene una extensión de casi quinientas páginas, pero se pasan volando y deja con ganas de más.
Al final hay un pequeño adelanto de la segunda entrega, porque afortunadamente es una saga que va a dar mucho de sí, y se nos hacen agua las neuronas ante lo que viene, nos declaramos fans incondicionales de la serie Cortar y Correr, y esperamos ansiosas la siguiente entrega.
Le damos un 4’5 de 5.
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